Tu tipo de piel

1. Características de las pieles jóvenes muy sensibles o intolerantes, con acné o rosácea:

Muy sensible, con tendencia a enrojecimiento, irritación y picazón con facilidad.
Poca tolerancia al sol o al calor.
Sensación de ardor o irritación ante productos comerciales con químicos o fragancias.
Propensa a la formación de comedones, espinillas y, en algunos casos, quistes.
Tendencia a enrojecimiento persistente, vasos sanguíneos visibles y a veces pequeñas protuberancias enrojecidas.
Se irrita con el rasurado y se infectan los poros.
Los productos utilizados deben ser suaves y calmantes para evitar agravar la condición, evitar a toda costa los productos comerciales con ingredientes químicos.
Es importante proteger la piel del sol y aplicar protector, en particular la rosácea puede empeorar con la exposición solar.

Tiende a sentirse más seca y áspera al tacto, le falta hidratación.
Pérdida de elasticidad y firmeza, apareciendo flacidez en las mejillas y párpados.
Textura irregular debido a la acumulación de células muertas en la superficie.
Aumento en la aparición de manchas de la edad y otros tipos de hiperpigmentación.
Arrugas más pronunciadas y líneas de expresión, especialmente alrededor de los ojos, boca y frente.
Piel más sensible y propensa a la irritación o resequedad.
La piel puede parecer menos densa y perder volumen en ciertas áreas, como las mejillas y los labios.
Tiende a producir menos aceite natural, que puede llevar a una mayor sequedad y descamación.
Es importante proteger la piel diariamente aplicando protector solar.

Marcas de acné o aparición de manchas oscuras en la piel en áreas expuestas al sol, como la frente, mejillas, labio superior y barbilla.
El melasma a menudo tiene un patrón asimétrico, lo que significa que las manchas no son uniformes en ambos lados del rostro.
La exposición al sol suele empeorar el melasma, volviendo las manchas más evidentes.
El melasma a menudo está relacionado con cambios hormonales, como el embarazo (melasma del embarazo) o el uso de anticonceptivos.
Algunos factores, como el calor, la luz ultravioleta, el estrés y algunos cosméticos, pueden desencadenar o empeorar el melasma.
A pesar de los tratamientos, el melasma puede reaparecer si no se toman medidas continuas para proteger la piel del sol diariamente y factores desencadenantes.

Presenta características de varios tipos de piel en diferentes áreas del rostro.
La zona T, que incluye la frente, nariz y barbilla, tiende a ser más grasa y propensa a la aparición de brillos y acné. Los poros en esta área suelen ser más prominentes y propensos a obstruirse.
Las mejillas y el área alrededor de los ojos suelen ser más secas o normales en comparación con la zona T. Puede haber sensación de tirantez o sequedad en estas áreas.
La piel mixta puede reaccionar de manera diferente según las estaciones. En invierno, las zonas secas pueden agravarse, mientras que en verano, las zonas grasas pueden ser más problemáticas.
Es importante utilizar productos que satisfagan las necesidades de todas las áreas, sin agravar ninguna de ellas.
Es importante hidratar adecuadamente todas las áreas, sin obstruir los poros.
Se debe aplicar protector solar en todo el rostro diariamente.

A partir de los 30 años, la piel del rostro comienza a experimentar una serie de cambios relacionados con el proceso natural de envejecimiento.
Antes de que podamos percibirlo, comienza a disminuir la capacidad de nuestra piel para producir colágeno.
Comienzan a formarse líneas finas y arrugas, especialmente alrededor de los ojos (patas de gallo), la boca y la frente, como resultado de la pérdida gradual de colágeno y elastina en la piel.
Puede haber una pérdida de volumen en ciertas áreas, como las mejillas, lo que puede hacer que el rostro parezca menos lleno y definido.
Pueden comenzar a aparecer manchas de la edad (léntigos solares) y otras formas de hiperpigmentación debido a la exposición solar sin protección acumulada a lo largo de los años.
La acumulación de células muertas en la superficie de la piel puede hacer que esta se vea más áspera y con una textura irregular.
La piel puede volverse más sensible y propensa a reacciones adversas ante productos comerciales y factores ambientales.
La prevención y un cuidado adecuado a partir de esta edad son esenciales para minimizar los efectos del envejecimiento. Esto incluye el uso de protector solar diariamente, hidratación, una buena limpieza y la incorporación de productos que ayuden a mantener la salud y vitalidad de la piel.

Piel diabética que sufre de mayor resequedad.
Piel madura con rosácea.
Piel muy reseca y sensible debido a la edad.
Zonas del rostro resecas o irritadas, por factores ambientales (nariz enrojecida por resfriado o alergias)
Piel enrojecida por exposición al sol sin protección.
Piel sensible de toda la familia que requiere cuidado y humectación extra.